lunes, 30 de enero de 2017

LA EPOCA DE LOS ARRIEROS Y LA CARRETA

LA ÉPOCA DE LOS ARRIEROS Y LA CARRETA EN LA HACIENDA POMALCA
Santiago Delgado Sánchez
En el año 1944 los hacendados de Pomalca, Srs. De la Piedra ya eran dueños de la hacienda Sipán donde se cultivaba el arroz y gran cantidad de fanegadas de tierras  estaban conducidas por colonos con sembríos de pan llevar y cría de ganado.
En el año 1945 se inició el cultivo de la caña de azúcar, esta fue la época de los arrieros, cada arriero tenía 12 o 14 burros de carga, en la hacienda no había camiones, el transporte del café y del maíz que pagaban los colonos por el terreno que cultivaban lo depositaban en la estación del ferrocarril en Saltur, de allí lo llevaban a Pomalca en el ferrocarril.
Los arrieros cargaban en sus burros para la construcción de casas en Saltur y Sipán, la tierra, los adobes, las piedras, caña brava y otros.  En el campo cargaban semilla de caña de azúcar a los campos en siembra, cargaban leña para las máquinas aradoras, cargaban los abonos del guano de la isla a los campos de caña. Todo el transporte lo hacían con burros y carretas jaladas por yuntas. En Sipán el carretero era don Toribio Llúncor y en Saltur era el sr. Juan Arnales, estos llevaban en cilindros agua para las máquinas aradoras, cargaban paradores para los cercos que se hacían para las invernas del ganado de la hacienda.
Antes del año 1946 los campos se prepararon para el sembrío de la caña de azúcar, estos se hicieron con yuntas de los colonos, 45 yuntas araban, emparejaban y surcaban con lampón. Así progresaban los señores De la Piedra y llegaron a ser los varones del azúcar. Ya para el año 1953 compraron un equipo de tractores Allis Chamers para la cosecha de la caña, también compraron volquetes por el año 1956, compraron las primeras palas y luego los famosos traylers.  Para este nuevo transporte se mejora los caminos,  asfaltando desde Pomalca y sus anexos y se eliminó el ferrocarril.
Los arrieros de Saltur fueron: Manuel Barco Incio (con 12 burros), Sixto Barco Incio (12 burros,) Pedro Barco Incio (8 burros), Carmen Incio Signol (8 burros), Segundo Carrasco (13 burros), Juan Becerra (9 burros). Los arrieros de Sipán fueron: Ismael Falla y su papá (12 burros), Samuel Acaro (10 burros), Pedro Pasio (8 burros) Teófilo  Guerrero (6 burros) y Pedro Guerrero (6 burros)






domingo, 30 de agosto de 2015

NARRACIONES DE LA ÉPOCA DE LA HACIENDA


NARRACIONES DE LA ÉPOCA DE LA HACIENDA

Colaboración: Santiago Delgado Sánchez

Antes del año 1930,  tanto en la sierra como en las haciendas y otros pueblos no se conocía el plástico, se tomaba el café en pozuelos o tetes, estos eran vasos confeccionados de las astas de las reses, se les hacía fondo de madera y luego los lustraban y así se formaba vasos y copas, los tetes eran de calabazas llamadas cermas, estas eran cortadas por la mitad. En estos utensilios se tomaba agua, desayuno y yonque. Se cocinaba en ollas de barro, el café o chocolate se hervía en cántaros. Para lavar la ropa se usaba las bateas hechas de madera, se confeccionaba bateas chicas para lavar los platos o mates, cucharas de madera, etc. todo alimento agrícola no se fumigaba ni se abonaba con fertilizantes, se usaba el abono orgánico.

 Un toro o vaca de cien kilos costaba diez u once soles. Aparte de nuestras monedas de sol de plata, también circulaban los febles o bolivianos y los centavos de cobre, a los de dos centavos se cortaba en dos o cuatro pedazos y con eso se compraba. En estos tiempos en los pueblos funcionaba el Estanco de la sal y el Estanco del tabaco, no había bancos, había la Caja de recaudación y después pasó a llamarse Banco de la Nación. Tampoco se conocía el papel higiénico, se usaba papel de despacho, el cual se cortaba en cuatro y en cada casa se tenía a la vista en ganchitos de alambre. Para lavar la ropa se usaba el choloque y solo se usaba el jabón para el lavado del terno: para lavarse los dientes se hacía con carbón molido, después salió a la venta en las tiendas polvo con sabor a menta, para los niños de primeras letras se les compraba las pizarras y lápiz de piedra, asistían los niños a la escuela sin zapatos, los zapateros confeccionaban los calzados a mano con estoquillos, cada par costaba tres soles. Los sastres tenían duro trabajo, ya que no había ropa confeccionada en las tiendas. 

En los pueblos los domingos no faltaban las bandas, salían cuatro hombres tocando un tambor y uno pregonaba dando noticias y ordenanzas de las autoridades. En las fiestas se alumbraba con leña, cuatro luminarias en cada esquina de la plaza o  parque, en las calles con faroles, no había fluido eléctrico.
Aunque les parezca mentira a esta generación, son tiempos para recordar

LOS LINIEROS


LOS LINIEROS
 

 Colaboración: Santiago Delgado Sánchez

Los tiempos pasan, pero el recuerdo queda en nuestras mentes de lo que vivimos. La foto nos muestra a los peones de la hacienda Pomalca y sus anexos entre los años 1942 al 1953; aquellos linieros que de seis de la mañana hasta las seis de la tarde levantaban las colleras de dos rieles de fierro acerado de seis metros de largo para  instalar la línea portátil, estas colleras eran tendidas entre los cuarteles para permitir el ingreso desde la línea firme solo a los  carros de línea para el recojo de la caña.
Allí los carros de línea se estacionaban para que los carreros lo llenasen hasta formar un convoy de cuarenta a cincuenta carros ya en la línea firme, que estaba formada por rieles de nueve metros y que estaban asegurados en durmientes de algarrobo de dos metros y medio, por donde corría la locomotora con su carga. La  máquina locomotora los jalaba desde los campos de Saltur, Casa de madera, Collud y Ventarrón  hasta la fábrica, donde se procesaba en azúcar. Los linieros eran hombres escogidos, fuertes y hábiles  para este pesado trabajo, sus manos estaban calludas hasta un cuarto de pulgada de grosor; una espina o el calor tan fuerte no les hacía daño y no sentían nada de dolor; desayunaban en el campo y también almorzaban  la comida de la ficha que les brindaba la hacienda.

Los linieros de Saltur fueron: Justiniano Herrera, Miguel Segura, Abelardo Vásquez, Francisco Naquiche, Ángel Vílchez y don Bautista.

Datos verdaderos, como trabajador desde 1944, doy fe.

lunes, 27 de enero de 2014

NARRACIONES DE SALTUR

NARRACIONES  DE  SALTUR
Colaboración: Santiago Delgado Sánchez
Era el año 1948 cuando el anexo Saltur de la hacienda Pomalca Viuda de Piedra lo administraba el Sr. Nicanor Carmona, sus habitantes no pasaban de 250 familias estables. Los señores de la Piedra por intermedio de contratistas  buscaban enganchar trabajadores en la serranía de Cajamarca y también de Piura. Los primeros para corte de caña y llenado de carros de línea para halarlos con el ferrocarril hasta la fábrica de Pomalca. 60 carros llenos de caña partían de Saltur por día.  Los enganchados provenientes de Piura se ocupaban como palaneros.  Es por ello que por entonces se hizo famosa la frase: “Serrano al machete y cholo a la palana”.
El administrador también cumplía la función de juez, porque atendía toda clase de demandas y los arreglaba castigando al culpable según su delito. Había mucha disciplina y respeto, tanto en el trabajo como en la población;  los vigilantes hacían cumplir las órdenes, no había robos ni alcoholismo. La orden superior era: los sábados podían tomar, bailar toda la noche, pero el  domingo solo hasta las 9 p.m. Los vigilantes Maximiliano Salazar, Guadalupe More y Juan Castillo ponían toque de queda, algún caprichoso que quería seguir en fiesta o tomando licor lo llevaban preso al calabozo.
En esta época no había doctor en Saltur, para viajar a Chiclayo se esperaba el ferrocarril que salía de Pucalá a las 7.a.m.  llevando azúcar y jalando 2 coches de pasajeros; uno de primera y otro de segunda, los pasajes eran de S/ 0,50 y S/0.30 respectivamente y regresaba a las 4 p.m.. No había otra clase de  de transporte.

En Saltur había una posta médica con un enfermero llamado Leoncio López Torres, los enfermos le hacían el ruedo para comunicar sus dolencias, no había privacidad. Para toda enfermedad, como dolor de oído, fiebre, diarrea, dolores, etc. se les preparaba cucharadas de medicina. A la malaria se le conocía como terciaria o paludismo y se le aplicaba ampollas de quinina. En estos años resultó una epidemia terrible llamada la viruela, con fiebre muy alta y granos en todo el cuerpo, era muy contagiosa. Se evitaba a los enfermos, inclusive  gente de afuera ya no llegaban al pueblo, al ver estos casos, el administrador se comunicó con los señores dueños de la hacienda y ordenó aislar a todos los enfermos y se les construyó 2 casas de qunicha de caña brava a la salida del pueblo al lado sur, se les dotó de tarimas de caña y colchones de piso, y nombró a mujeres  piuranas para que los atiendan a los enfermos día y noche, eran mujeres que no tenían conocimiento de enfermería , lo único que les daban eran agua cocida; los levantaban, les daban sus alimentos como les ordenaba el enfermero. Tan pronto iban mejorando los dejaban salir, como también ingresaban nuevos enfermos. A la cuidadora de enfermos se les titulaba de “madrecita”, ella se llamaba Elena Sernaqué; su salario era igual al de las trabajadoras de campo S/ 2,50 por día. Así cumplieron su trabajo estas mujeres por varios meses hasta que pasó la epidemia, haciendo bien al prójimo sin tener miedo de contagio. Ese recuerdo lo llevamos presentes los antiguos y pocos que aún quedamos en Saltur.  

LEYENDAS SALTUREÑAS

LEYENDAS SALTUREÑAS
Tomadas y ampliadas de: Breve historia de Saltur: Alejandro Segura,  1998

EL  REMOLINO DIABÓLICO
Era el viernes santo del año 1954, y en Saltur se tenía por costumbre ir a huaquear.  Uno de tantos profanadores de tumbas de aquel día fue Quiroz. Ya era casi el mediodía y como siempre el calor era muy sofocante, Quiroz estaba muy agotado luego de haber chuseado y cavado unos dos metros en la polvorienta huaca  en busca de tesoros. Una vez más plantó su chuso  y este le marcó la huella de los huesos de un muerto; con mucho cuidado siguió excavando hasta encontrarlo y luego dejando palana y chuso, con sus manos empezó a buscar entre los huesos y el polvo en el que muerto había quedado. De pronto se dejó ver el brillante dorado de una gran pieza de oro, el afortunado huaquero aún no terminaba de desenterrarla para entender de qué se trataba,   cuando de repente   una extraña voz lo sorprendió. Arriba y detrás de él, un extraño hombre vestido de blanco y un gran sombrero  le daba  las felicitaciones por su hallazgo, y casi en forma simultánea emergió un gran remolino del interior del hueco, que asustó a Quiroz, quien de un gran salto logró salir, pero sin la pieza de oro. Él miró a su alrededor para encontrar al misterioso  personaje y pedirle ayuda para volver a ingresar al pozo por la joya de oro, pero quedó muy sorprendido porque el misterioso personaje había desaparecido; luego tuvo  un gran susto porque ni siquiera encontró  las huellas de la extraña  presencia, de inmediato corrió a su casa para que su esposa, quien era curandera, “lo limpiara del susto”.
Ella  tomando un gran trozo de alumbre pasó por todo el cuerpo de su esposo y luego lo quemó para  descubrir el misterio de lo que había sucedido, dándose con el asombro de ver transformado el trozo de alumbre en la horrible figura de un ser infernal híbrido, con patas de cabra, cola, un tridente en la mano, cuernos en la cabeza y cubierto con una capa sobre su espalda, quien al parecer quiso enterrar vivo en la huaca al intrépido profanador.

EL CARBUNCO
Cuando Saltur aún tenía pocos pobladores y sus casas y calles   aún no tenían luz eléctrica, la gente evitaba salir en la oscuridad de la noche, especialmente en luna nueva, porque siempre se les aparecían cosas muy espantosas. Sin embargo algunas no lo eran tanto, como es el caso de un pequeño y extraño animal que tenía un poco de chancho y otro poco de añáz. Este raro animal era visto siempre recorriendo  las faldas del cerro; pero lo que más llamaba la atención de quienes lo encontraban, era la bola resplandeciente que llevaba en la frente. Muchos saltureños perseguían a este animal para atraparlo, porque estaban seguros que en la cabeza llevaba una bola de oro, pero nadie lograba atraparlo. Al poco tiempo descubrieron que cuando este extraño animal se cruzaba junto las cabras  u otro ganado, estos morían con una extraña enfermedad que los hacía babear. A pesar de los grandes esfuerzos, nunca  pudieron atraparlo. Entonces todos empezaron a pensar que  era el mismo Satanás encarnado en este animal. Otros   decían que este era el guardián de todos los tesoros enterrados en las huacas y que transformándose en cualquier otro ser, impedía de cualquier manera que los tesoros de la huaca fueran desenterrados.

LOS BUSCA PADRINOS
Los regadores de los campos de caña del turno de noche , constantemente eran perseguidos por unos hombrecillos que vestían  su ternito color blanco y un gran sombrero. Estos pequeños eran muy traviesos. Cuando los regadores se encontraban alejados de sus cosas, estos se acercaban a ellas para esconderlas y luego los silbaban o los llamaban por sus nombres, los regadores pensando que era  alguno de sus  compañeros de trabajo acudían al llamado, y al no encontrar a nadie y ni a sus cosas, sentían mucho temor. Luego se escuchaba las carcajadas de niños. Estos eran los duendecillos traviesos. Los regadores nocturnos poco a poco se fueron acostumbrando a estas bromas de mal gusto y ya no les tenían miedo, si no al contrario les tenían lástima. Don Baltasar Santoyo  decía que estos eran   criaturas moras, por que habían muerto sin ser bautizados y sus almas recorren por las noches buscando agua bendita y padrinos.

EL FERROCARRIL ENCANTADO DE SALTUR

Uno de los ferrocarriles de la hacienda  llamado “la mama diabla” era siempre el encargado del transporte de cortadores y cargueros de caña desde Pomalca hacia los campos de Saltur. A las 6 de la mañana ya estaba llegando a la estación, pero este se anunciaba con su característico pitido desde el puente, cuando se disponía  a atravesarlo. En una ocasión el pitido del ferrocarril fue escuchado por todos los pobladores a la media noche, por lo que causó mucha extrañeza en todos los saltureños. Casi todos salieron a su encuentro, pero este nunca llegó. Los extraños pitidos de inexistentes llegadas, se sucedieron muchos días viernes y por largo tiempo, pero ya nadie salía al encuentro. Todos estaban convencidos que esta máquina estaba compactada con el diablo, y que en estos misteriosos anuncios transportaba a las almas de los obreros que con sus vidas pagaron el precio de pacto que hicieron los dueños de Pomalca con el diablo, por conseguir la riqueza de esta gran hacienda azucarera.  

jueves, 23 de febrero de 2012

SALTUR VISIÓN HISTÓRICA

SALTUR VISIÓN HISTÓRICA
POMALCA DULCE TRADICIÓN
MUSEO DE CIENCIAS NATURALES- VENTARRÓN

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Saltur, Origen del nombre



Don Alejandro Segura Dávila, coronel de la PNP en retiro y acucioso investigador que vivió en esta cálida tierra cañera comprensión de la Hacienda, luego Cooperativa y ahora Empresa Agro Industrial Pomalca nos relata en su Documento “Breve Reseña Histórica del Centro Poblado Saltur” publicado en el año 1998 que el antiguo nombre de este pueblo era LA CALERITA, y luego cambió a SALTUR. También nos dice que este nombre fue bautizado por uno de los hacendados de apellido Ibáñez que adquirieron estas tierras aproximadamente en los años 20 del siglo XX. Este joven hacendado, según nos relata don Alejandro, se enamoró locamente de una bella joven hija de peones de su hacienda, y que al no poder comprometerse con esta bella joven por el rechazo de su propia familia, por ser ella muy pobre, motivó que este amor imposible causara una profunda tristeza en la bella joven que dañó su débil corazón, muriendo de amor. En memoria de este imposible amor, el joven hacendado dio el nombre a esta tierra tomando las primeras letras de su nombre y apellidos de esta joven formando la palabra SALTUR. El nombre de esta joven fue Saturnina Leandra Tafur Uriarte.

Cruzando información con otras fuentes y relacionándolas con historias de pueblos vecinos, considero este relato como una versión muy confiable ya que el supuesto antiguo nombre La Calerita hace mención a una de las principales actividades a la que se dedicó este pueblo desde la época colonial que fue la producción de cal, teniendo como materia prima las rocas calizas que forman parte del cerro.

En relación al nombre Saltur, este nombre no es conocido ni se encuentra en antiguos registros de esta zona y recién aparece con esta denominación a inicios de los años 30 del siglo pasado. Por ultimo es cierto que los penúltimos hacendados de estas tierras fueran la Familia Ibáñez. Los últimos fueron la Familia De La Piedra Del Castillo que compraron estas tierras el año 1932.