martes, 23 de septiembre de 2008

la chicha, una vieja tradición saltureña

LA CHICHA, UNA VIEJA TRADICIÓN SALTURAÑA

Según la Real Academia Española y otros autores, la palabra chicha tiene su origen en el vocablo chichab, palabra perteneciente al dialecto kuna (los kuna fueron antiguos pobladores de Centroamérica ) y chichab era el nombre que este pueblo daba al maíz, sin embargo según el aztequista Luís Cabrera, el origen de esta palabra estaría en la lengua náhuatl (lengua aborigen de México). Dice Cabrera que chichiatl, es una palabra compuesta que significa "agua fermentada", compuesto con el verbo chicha (agriar una bebida) y el sufijo -atl'(agua), cosa de semánticos, pero parece ser que la chicha nace en el Perú de casualidad. Según se cuenta durante el reinado de Túpac Yupanqui las lluvias erosionaron los silos donde se guardaba el maíz, como resultado, los granos de maíz fermentaron y en los depósitos de arcilla se formó la malta de maíz. El Inca para evitar desechar el maíz, ordenó distribuir la malta para que fuera aprovechado en forma de mote ( maíz cocido en agua) pero dada las características organolépticas desconocidas del maíz, la terminaron desechando. Aquí es cuando se descubre: un hambriento, rebuscando en los desperdicios encontró la sustancia y la consumió y se dio una borrachera de “padre y señor mió”. Este sería el más lejano antepasado peruano de nuestros ilustres chicheros saltureños, lástima que no se conoce su nombre. Y fue así amigo lector como en el antiguo Perú, se descubrió el valor alcohólico del maíz. Y cual sería entonces la historia del consumo de la chicha en Saltur, nuestro amigo Pedro Coico Morales colaborando con nuestra revista nos ha alcanzado el siguiente informe:
La chicha en este lugar ha seguido el camino de quienes vinieron a poblar estas tierras, tiempos hubo en que a la ranchería que en sus primeros tiempos fue Saltur, llegaron familias provenientes de la zona de Monsefú y el antiguo Larán. En esas familias llegaron mujeres que traían con ellas los conocimientos de cómo preparar la chicha “embotellada” aquella que tenía como ingredientes la jora y el chancaca en vez de azúcar, algunas veces un endulzante líquido y espeso muy emparentado con la melaza. En aquellos tiempos las chicheras de Saltur iban a la calle Cuglievan en Chiclayo, donde se vendían en carretas tiradas por mulas que traían gran cantidad de pipas de madera llenas de este producto, también podía verse la chancaca apilada, tortas pequeñas envueltas en chante y la jora en sacos de yute. Estos ingredientes mas algunos “secretos” sometidos a nocturnos hervores daba como producto la “chicha embotellada”, botella de cristal, tapa de corcho anudada con un pabilo o cabuya. Dejaban dormir esta chicha en sus envases por tres días y “era como haber encerrado al diablo en esos envases” como decía mi compadre, quien en paz descanse, era muy aficionado al “barro”, como le dicen hoy a la chicha. A esta generación, pero en tiempos más recientes, pertenecen: doña Carmen Sandoval, Juana Chiroque, su hija Maximina Chiroque, la señora “Parda”, doña Tomasita, la china limpia, la señora de Durand, la “pato asao”, y otras, que en el año 1990 llegaron a mas de 30, siendo la producción total de 7200 litros. Actualmente la demanda de chicha ha disminuido, pero no deja de haber unos 20 chicheríos cuyo consumo semanal es de 1892 galones. Dato curioso que he recogido es que los chicheros dicen, vamos a empujarle “una base” y después enjuagamos con cerveza, que en buen romance significa: primero consumimos chicha hasta donde se pueda y después tomamos cerveza. Otro dato es que en toda chichería hay caseritos que rayan, es decir chupan dos días seguidos y si no se quedan a dormir, es por que no hay hospedaje, pero tan seguro como que saldrá el sol, al siguiente día estarán pidiendo su chicha, pero con el ingeniero Villegas que los tiene al breque, se está perdiendo esta costumbre, lo que si persiste es que el caserito tiene separada su lata en forma semanal y llegue o no, caballero no más, tendrá que pagarla. Quisiera mencionar el nombre de los más insignes chicheros de nuestro pueblo, pero temo que se acuerden de mi madrecita.
Colaboración :Pedro Coico Morales

la chicha, una vieja tradición saltureña

LA CHICHA, UNA VIEJA TRADICIÓN SALTURAÑA

Según la Real Academia Española y otros autores, la palabra chicha tiene su origen en el vocablo chichab, palabra perteneciente al dialecto kuna (los kuna fueron antiguos pobladores de Centroamérica ) y chichab era el nombre que este pueblo daba al maíz, sin embargo según el aztequista Luís Cabrera, el origen de esta palabra estaría en la lengua náhuatl (lengua aborigen de México). Dice Cabrera que chichiatl, es una palabra compuesta que significa "agua fermentada", compuesto con el verbo chicha (agriar una bebida) y el sufijo -atl'(agua), cosa de semánticos, pero parece ser que la chicha nace en el Perú de casualidad. Según se cuenta durante el reinado de Túpac Yupanqui las lluvias erosionaron los silos donde se guardaba el maíz, como resultado, los granos de maíz fermentaron y en los depósitos de arcilla se formó la malta de maíz. El Inca para evitar desechar el maíz, ordenó distribuir la malta para que fuera aprovechado en forma de mote ( maíz cocido en agua) pero dada las características organolépticas desconocidas del maíz, la terminaron desechando. Aquí es cuando se descubre: un hambriento, rebuscando en los desperdicios encontró la sustancia y la consumió y se dio una borrachera de “padre y señor mió”. Este sería el más lejano antepasado peruano de nuestros ilustres chicheros saltureños, lástima que no se conoce su nombre. Y fue así amigo lector como en el antiguo Perú, se descubrió el valor alcohólico del maíz. Y cual sería entonces la historia del consumo de la chicha en Saltur, nuestro amigo Pedro Coico Morales colaborando con nuestra revista nos ha alcanzado el siguiente informe:
La chicha en este lugar ha seguido el camino de quienes vinieron a poblar estas tierras, tiempos hubo en que a la ranchería que en sus primeros tiempos fue Saltur, llegaron familias provenientes de la zona de Monsefú y el antiguo Larán. En esas familias llegaron mujeres que traían con ellas los conocimientos de cómo preparar la chicha “embotellada” aquella que tenía como ingredientes la jora y el chancaca en vez de azúcar, algunas veces un endulzante líquido y espeso muy emparentado con la melaza. En aquellos tiempos las chicheras de Saltur iban a la calle Cuglievan en Chiclayo, donde se vendían en carretas tiradas por mulas que traían gran cantidad de pipas de madera llenas de este producto, también podía verse la chancaca apilada, tortas pequeñas envueltas en chante y la jora en sacos de yute. Estos ingredientes mas algunos “secretos” sometidos a nocturnos hervores daba como producto la “chicha embotellada”, botella de cristal, tapa de corcho anudada con un pabilo o cabuya. Dejaban dormir esta chicha en sus envases por tres días y “era como haber encerrado al diablo en esos envases” como decía mi compadre, quien en paz descanse, era muy aficionado al “barro”, como le dicen hoy a la chicha. A esta generación, pero en tiempos más recientes, pertenecen: doña Carmen Sandoval, Juana Chiroque, su hija Maximina Chiroque, la señora “Parda”, doña Tomasita, la china limpia, la señora de Durand, la “pato asao”, y otras, que en el año 1990 llegaron a mas de 30, siendo la producción total de 7200 litros. Actualmente la demanda de chicha ha disminuido, pero no deja de haber unos 20 chicheríos cuyo consumo semanal es de 1892 galones. Dato curioso que he recogido es que los chicheros dicen, vamos a empujarle “una base” y después enjuagamos con cerveza, que en buen romance significa: primero consumimos chicha hasta donde se pueda y después tomamos cerveza. Otro dato es que en toda chichería hay caseritos que rayan, es decir chupan dos días seguidos y si no se quedan a dormir, es por que no hay hospedaje, pero tan seguro como que saldrá el sol, al siguiente día estarán pidiendo su chicha, pero con el ingeniero Villegas que los tiene al breque, se está perdiendo esta costumbre, lo que si persiste es que el caserito tiene separada su lata en forma semanal y llegue o no, caballero no más, tendrá que pagarla. Quisiera mencionar el nombre de los más insignes chicheros de nuestro pueblo, pero temo que se acuerden de mi madrecita.
Colaboración :Pedro Coico Morales

domingo, 21 de septiembre de 2008

Origen de las haciendas

LA COLONIZACIÓN ESPAÑOLA Y EL ORIGEN DE LAS HACIENDAS

UNA NUEVA GEOGRFÍA AGRARIA: PLANTAS, ANIMALES.

Al producirse la conquista española, tuvieron lugar una serie de transformaciones en la forma de vida de los antiguos peruanos, entre los cambios más importantes estuvo la introducción de plantas y animales antes desconocidos por ellos.
En, relativamente poco tiempo se introdujeron cereales como el trigo, la cebada y la avena; legumbres como la arbeja, las vainitas y diversas hortalizas como la lechuga y la zanahoria; frutas como la manzana, la naranja, los higos, la sandía y el melón. También llegaron la uva, la aceituna, la caña de azúcar y algunos productos de origen asiático como el arroz. Del mismo modo los animales que acompañaron a los conquistadores españoles se reprodujeron y dispersaron rápidamente por todo el territorio. Caballos, cerdos, vacas, ovejas y aves de corral comenzaron a proliferar en todo asentamiento humano, incluso en los poblados indígenas.
Pero el intercambio fue de doble vía, pues los conquistadores incorporaron a su dieta numerosos productos nativos que empezaron a combinar con los europeos. Ese fue el caso del maíz, la papa, la quinua, el camote, el frijol, el cacao, yuca, tomate, maní y numerosas frutas tropicales.
Pero además de plantas y animales, la conquista introdujo LA PROPIEDAD PRIVADA. Era un nuevo concepto y difería de la forma como se poseía y usaba la tierra durante el incanato. Por propiedad se daba derecho a las personas y familias a poseer legalmente y en forma individual tierras y ganado y hacer uso de ellas de la forma que consideraran conveniente como: cultivarlas, venderlas, alquilarlas, etc.
La instauración de la propiedad privada produjo importantes transformaciones en la forma de la producción, desde ese momento la producción no se destinará solo, ni para la subsistencia del grupo familiar y comunal, sino para atender un mercado que empieza a girar alrededor de la demanda de las ciudades y específicamente de los centros mineros, productores de plata como Potosí en el alto Perú y de azogue como Huancavelica, los cuales pasaban a ser el motor que animaba la economía y movilizaba a hombres y mercaderías.
LAS MERCEDES DE TIERRAS
En los primeros años de la conquista, la mayor parte de productos para el consumo eran producidos por la población nativa trabajando en sus tierras y llegaban a los consumidores a través del comercio que se realizaba en los mercados que se organizaban en las plazas principales de las ciudades. En aquellos tiempos las tierras tenían poco valor para los españoles, pero a mediados del siglo XVI conforme la población española aumentó y con ellos la posibilidad de ganancias mediante el comercio de productos agropecuarios, las solicitudes de tierras se hicieron más constantes. Es así que las llamadas mercedes de tierra se incrementaron. Las mercedes de tierra fueron concesiones hechas, en nombre del Rey, por autoridades españolas especialmente autorizadas como los Virreyes, las audiencias y los cabildos de las ciudades; estas instituciones empezaron a conceder terrenos de labranza en forma legal.
Hubo también formas no legales de apropiación de tierras por ejemplo a través de ocupación de tierras “vacas” o en abandono debido a la drástica disminución de la población indígena, otras fueron adquiridas de las comunidades indias a través e alquileres y compras informales.
LAS ESTANCIAS Y LA AGRICULTURA INICIAL HISPANA
Al inicio de la colonia, las tierras españolas fueron dedicadas principalmente a la crianza del ganado traído de Europa, el cual se fue adaptando a las diversas condiciones ambientales. Estas tierras dedicadas principalmente a la ganadería fueron conocidas como estancias y Saltur formó parte de una estancia junto a La Punta hasta mediados del siglo XVI en la que se criaba principalmente ganado vacuno, porcino y equino; con la carne de los cerdos empezó a desarrollarse una pequeña industria de embutidos y de su grasa se obtenían las mantecas y los jabones; de los cueros de las vacas y las ovejas y chivos se encurtían los cueros para los calzados.
LAS CHACRAS
De acuerdo con el tamaño de las tierras, las posiciones de las tierras se dividieron en chacras y haciendas, con este vocablo de origen Quechua se denominaba a pequeñas extensiones de terreno de propiedad privada, las cuales eran dedicados al cultivo de pan llevar como: maíz, trigo, hortalizas, verduras, etc. era empleado para la subsistencias de las familias y en caso de darse excedentes se vendía en mercados de la localidad.
LAS HACIENDAS
El concepto de hacienda no fue originalmente sinónimo de propiedad agraria, con este nombre se identificaba inicialmente al conjunto de bienes que una persona poseía. Posteriormente pasó a identificarse a las propiedades rurales de alguna importancia. Ya en el siglo XVIII el nombre hacienda identifica con más precisión a una extensión relativamente grande de tierra dedicada a la producción agropecuaria, bajo el dominio de un solo propietario, explotado con trabajo dependiente, con un empleo más o menos importante de capital.
HACIENDAS Y HACENDADOS
La hacienda durante la colonia, no fue solo una institución económica que generó ingresos a sus propietarios, sino que tuvo también un valor de prestigio social. Sin duda, la posición de una o mas haciendas daba a su propietario ingresos seguros, pero le daba también una posición superior frente al resto de la sociedad. Ser hacendado era señal de riqueza y nobleza.
Los propietarios de haciendas fueron un sector relativamente pequeño de familias españolas y criollas que, a través de afinadas estrategias de adquisición de tierras e igualmente de afinadas estrategias matrimoniales, lograron consolidar estas posiciones. Su origen fue diverso. Unos eran descendientes de conquistadores encomenderos, otros eran hombres nuevos. Ser hacendado se asoció con la obtención de cargos honoríficos como el de regidor perpetuo en el cabildo de la ciudad lo que consolidaba su influencia económica y social. Algunos combinaron la propiedad agraria con la producción de productos agrarios como el azúcar y el sebo animal en La Libertad (nosotros los lambayecanos formábamos parte de ese departamento como provincia), para jabón en Piura.
Cloaboración: César Ordinola Ramírez
SIXTO DELGADO, UN HOMBRE QUE HIZO ESCUELA
Una de las calles de nuestro pueblo lleva el nombre de Sixto Delgado, pero son escasos los residentes en Saltur que recuerden quién fue este personaje, de las personas que lo conocieron, en su mayoría son bisabuelos, nuestra revista los ha entrevistado tratando de indagar sobre quien fue este personaje, de la lucidez y buena memoria de ellos hemos recogido sus testimonios a veces contradictorios en pequeños aspectos pero de estos testimonios siempre se trasluce lo siguiente: Don Sixto Delgado fue un profesor que ha dejado muy gratos recuerdos en los jóvenes estudiantes de su época, gracias a este hombre muchos de nuestros antiguos residentes saben leer y escribir y son personas de bien; y el agradecimiento y reconocimiento hacia su persona aún perdura. No queda una foto de él, no queda un familiar suyo en Saltur, no sabemos donde están sepultados sus restos, algunos nos dicen que regresó a su Chota natal, otros dicen que se fue a Reque.
Nos dice Eugenio Salazar y Pedro Coico sus ex alumnos, que corría el año 1942 cuando a la ranchería que por aquel tiempo era Saltur, llegó una nueva familia compuesta por un padre llamado Hipólito Delgado y tres hijos de nombres Sixto, Hipólito e Hilda. Sixto tenía entre 30 a 35 años de edad, atacado por la artritis o quizá artrosis o algún mal degenerativo; tenía casi atrofiadas las manos y las piernas, por lo que se desplazaba en forma lenta apoyado en un bastón y muy encorvado, era de tez clara y nariz aguileña, pelo echado hacia atrás y con raya al costado, de semblante severo, pero con ojos que irradiaban bondad y paz espiritual.
El padre y el hermano de Sixto habían llegado para trabajar y desde los primeros días contratados por la hacienda, se dedicaban a las faenas agrícolas y su pequeña hermana Hilda de 14 años fue destinada a cocinar a la familia. Poco a poco fueron levantando una casa al antiguo estilo, paredes de quincha enlucidas con barro; techo a dos aguas, de material caña, troncos de algarrobo y broza, el piso de tierra apisonado, puertas rústicas de madera cruzada y pedazos de latón claveteado para cubrir los resquicios. Esta casa era de grandes dimensiones, pues terreno era lo que más sobraba, según versiones de nuestros colaboradores la casa se ubicó exactamente al costado de los depósitos de kerosene y donde se ubica la casa de la familia Silva, sobre el mismo morro que nunca se allanó.
A Sixto, su padre le preparó un gran patio al fondo de su casa, le consiguió unas pequeñas sillas, pizarra y puso en la puerta un letrero que decía “Se enseña las primeras letras” y lo destinó a ser profesor. No se conoce si Sixto anteriormente aviase dedicado a este oficio o si en nuestro pueblo descubre su vocación, lo que si se sabe por boca del mismo maestro es que había estudiado en el colegio San Juan de Chota.
Profesor a la vieja usanza, no podía ser de otro modo, don Sixto armado de penca y paleta y el viejo adagio “La letra con sangre entra” fue acogiendo a un alumnado compuesto por los hijos de los obreros y campesinos del lugar; de los que se tiene memoria son: Pedro Coico, Eugenio Salazar, el hoy Coronel retirado Rogelio Segura, Jorge Sánchez, José A. Quispe, Víctor Espinoza, Luz Ordinola, Leonor Colchado, Fidel Chafloque, Paula Velásquez, Magda Cortéz, el ingeniero Yayo Delgado, Juanita Delgado, Jorge Nizama, Pastor Rentaría, los hermanos Melchora, Meche y Lucho Ramírez, Horacio Carmona, Bertha Bracho. Épocas hubo en que los alumnos del profesor Sixto llegaron a ser mas de treinta, en esos tiempos ellos llegaban a la escuela con pantalón corto, morral de tela colgado al hombro con una tira, lápiz, libro “mantilla” y la tabla de operaciones.
De los alumnos de don Sixto se sabe que el “zurdo Quispe” era bueno para las matemáticas, Pastor Rentaría destacaba en historia, los hermanos Ramírez destacaban en “números” y letras. De Horacio se sabe que en aquel tiempo era hijo del administrador de este anexo y matriculado por su madre asistió a la escuela por pocos días, ya que fue devuelto a su madre por el profesor diciéndole “que su hijo no era para el estudio”, quizá por su bajo rendimiento; sin saber que años mas tarde este niño sería un exitoso y reconocido contador mercantil en la ciudad de Chiclayo.
Se sabe que durante el tiempo que estuvo este insigne profesor por nuestros lares, no tuvo esposa e hijos quizá por que era misógino o más bien debido a su enfermedad y sus secuelas. Quedaba por preguntar a sus alumnos que opinaban sobre la forma como impartió enseñanza don Sixto y nos dijeron que con mucho rigor, pero también tolerancia y empatía y agregaron que agradecen al rigor de sus enseñanzas haber permitido ser hombres de bien y que si volverían a nacer, pedirían que sea su profesor don Sixto Delgado, a quien desde estas notas elevan sus bendiciones.
César Ordinola Ramírez





LA HACIENDA POMALCA CRECE A LO LARGO DE LA LÍNEA DEL FERROCARRIL

La llegada del ferrocarril a nuestra región produjo profundos cambios en la economía que por ese entonces desarrollaba la gran revolución industrial, revolución que benefició a los grandes capitalistas de la época entre ellos a los grandes hacendados quienes fueron los mas interesados en estas grandes líneas de transporte, pues ahora tenían la posibilidad de trasladar grandes cantidades de caña hacia sus fábricas así como llevar su azúcar en gran cantidad y mucho mas rápido que las torpes y lentas carretas tiradas por bueyes. La hacienda Pomalca de propiedad de la familia Gutiérrez Pestana, la hacienda Pucalá, propiedad de la familia Yzaga y los comerciantes señores de La Piedra se asociaron para la construcción de la línea del ferrocarril que partía de Pimentel, así como también para la construcción de los puentes de Saltur y Pucalá, esta obra quedó terminada el año 1920 cuando Saltur era un pequeño caserío, comprensión en ese entonces de la hacienda San Juan de la Punta de propiedad de la familia Ibáñez Burga que se dedicaba a la siembra de arroz, uva y otros pequeños cultivos. Esta gran obra de ingeniería despertó el interés por estas tierras a la familia comerciante De la Piedra del Castillo que era accionista mayoritario del ferrocarril y muelle de Pimentel y que también era proveedor de muchas herramientas, maquinarias y otros artículos a los hacendados Gutiérrez., quienes también habían contraído otras deudas, que no pudieron cancelarlas, situación que los obliga a ceder a las presiones de los señores comerciantes De la Piedra del Castillo y en mayo del año 1920 los hacendados Gutiérrez se ven obligados a vender la hacienda Pomalca, que por esos tiempos solo comprendía hasta Casa de Madera con solo 7500 hectáreas. De esta manera los señores De la Piedra se convierten en los nuevos dueños de Pomalca. A partir de entonces estos señores a través de la influencia del ferrocarril por las tierras donde atravesaba se convirtieron en abastecedores de insumos, herramientas y a la vez compradores de los productos de estas pequeñas haciendas que con el afán de crecer se comprometían con créditos sucesivos que les fueron difícil de cancelar y terminaron cediendo sus tierras como es el caso de Saltur que el año 1932 es tomada por deudas no canceladas, el mismo año compran La Calera; el año 1933 toman Samán, el año 1938 compran La Punta, el año 1943 anexan Sipán y La Concordia y en 1954 adquieren Pampagrande. Como podemos observar el ferrocarril se convirtió en gran un instrumento de poder en Pomalca que al final de la hacienda llegó a 143 549 hectáreas. omoerramientas y a la vez compa Así también, el ferrocarril llevó al desarrollo a las haciendas de toda la región, logro que ya lo habían tenido las ciudades de Chiclayo. Ferreñafe y Lambayeque, con el ferrocarril de Eten con el gran impulso a la industria y el comercio, tanto que, dejamos de ser provincia del departamento de la Libertad para convertirnos en departamento independiente. Este ferrocarril permitía llevar el azúcar de Pomalca y Pucalá hasta Pimentel que a través de su muelle era exportado vía marítima a Lima y otros puertos del mundo. Esta vía también era aprovechada para el transporte de pasajeros, y además era la única manera de viajar; detrás del ferrocarril iban de 3 a 4 vagones de madera con sus respectivos asientos por la que se pagaba 20 centavos por el pasaje hasta Chiclayo, y detrás continuaba el convoy de coches de carga. La hacienda extendió esta línea del ferrocarril hasta Pampagrande desde donde transportaba la caña hasta la fábrica ubicada en Pomalca, esta gran máquina que funcionaba a vapor de agua dejó de brindar servicio a la hacienda Pomalca el año 1964, cuando esta adquiere los trailers para el transporte de caña, pero el ferrocarril continuó hasta inicios del año 1970 transportando azúcar de Pucalá hasta Pimentel.

MEFG






EL PRIMER EQUIPO MECANIZADO DE RECOJO DE CAÑA

Era el año 1944, todos los campos de Saltur y Pomalca estaban sembrados de caña, al año siguiente se empieza a sembrar en Sipán, Pacherrez y Pampagrande . La preparación de las tierras se hacían con yuntas de los colonos unas 40 diariamente se hacían presente en los campos, con arados americanos ,cajón y lampones se surcaban las tierras, como la hacienda se extendía, los hacendados se vieron obligados a traer el año 1946 4 aradoras inglesas, que fue una gran novedad y eliminaron a las yuntas.
Las cosechas se hacían con gente serrana unos 70 se encargaban de cortarla y otros 30 de entre los mas robustos eran los cargueros, su tarea era llenar 2 carros del ferrocarril por día, obreros de hombros callosos las sacaban desde los cuarteles y las llevaban hacia los coches del ferrocarril que se adentraban a los cuarteles a través de las líneas portátiles que una cuadrilla de fornidos obreros las armaban, una vez llenos de caña y bien puestas entre los barrotes, estos coches de hierro eran remolcados por una yunta de bueyes hacia la línea firme donde esperaba la locomotora para trasladarla hacia la fabrica, unos 60 carros bien cargados jalaba el ferrocarril, eso si deberían estar bien puestas las cañas, ya que en ocasiones se volteaban al ser transportadas y los obreros responsables de este coche no recibían su pago; la dificultad que presentaba este trabajo por la altura del coche del ferrocarril el que tenía que necesitar de una escalera fue superada por la llegada del primer equipo mecanizado de recojo de caña en el año 1953 consistente en 8 tractores con 2 carretas cada una, 4 cargadores con arrumador y un winche con una gran pluma marca Thomson “Allis Chalmers” con poleas en la parte alta que era accionada por un equipo motorizado el que a través de cables levantaba el montón de caña que previamente era amarrada con el cable, esta labor se hacía con la ayuda de mulas que ayudaban a jalar una varilla llamada aguja que aseguraba el atado de cañas, cuando los cables levantaban el atado de cañas un obrero tenía que subir junto a esta para quitar la aguja que daba seguro y desatar las cañas que caían al coche del ferrocarril. Este winche recibía las cañas de las carretas, que las transportaban desde los cuarteles. Unos 120 carros diarios de caña eran transportados hacia la fábrica de Pomalca.
Esta labor con el winche llega a su fin el año 1957, año en que llega la primera pala hidráulica norwest, los tractores de oruga para el arrume de la caña y trailers con carretones .
De 6 de la mañana hasta las 6 de la tarde era la jornada diaria incluidos los domingos, los días de descanso aquí eran los miércoles.
Doy fe de estos trabajos por que participé como controlador de semilla, sembrío de caña, también antes como guñan en yuntas, regador de caña, cortador de caña en cosecha, carrero, pase como tractorista, después fui ascendido, ya no participé en la modalidad de pala ni trylers, pero si fui testigo de estos cambios.


Santiago Delgado Sánchez

Hacienda Colonial San Juan de la Punta

SAN JUAN DE LA PUNTA
El hoy centro poblado menor La Punta, comprensión de Saltur, allá por el Siglo XVI fue una de las dos más grandes haciendas azucareras de la época colonial en nuestra región. Por el año 1711 tenía una extensión de 433 fanegadas (aproximadamente 1300 hectáreas).que en su mayor parte la dedicaba al cultivo de la caña de azúcar .y otro tanto al cultivo de la lima, fruta que era empleada en la purificación de la miel para la elaboración del azúcar.Durante mucho tiempo estuvo asociada a Collique, ya que ambos territorios eran propiedad de la orden religiosa de los Jesuitas y por ello se le conocía como San Juan de la Punta y Collique. Esta hacienda tuvo gran trascendencia en la época colonial por la influencia que ejercía la Iglesia en el adoctrinamiento de la religión católica que se impartía a los indios que habitaban la comunidad indígena de Collique, que también fue unas de las seis comunidades más extensas de nuestra región a la llegada de los españoles. La hacienda La Punta, en el siglo XVI concentró gran cantidad de esclavos procedentes de África traídos por traficantes. Estas personas de color negro eran preferidos en las haciendas azucareras por su fortaleza física para el trabajo del cultivo de la caña y elaboración del azúcar y eran comprados a un precio de 400 pesos; la cantidad de esclavos era tan determinante en una hacienda que el valor de esta se calculaba multiplicando por 1000 el número de esclavos que esta tenía, a estas personas no se les pagaba jornal de trabajo, solo se le daba alimentos, ropa e instrucción espiritual. Un antiguo obrero de este lugar nos relata que los últimos descendientes de esclavos en esta hacienda, ya en libertad pero siempre sumisos a los señores Ibáñez se les reconocía por la ropa blanca que vestían y un pañuelo rojo con la que se envolvían al cuello, era su ropa de vestir de los días domingos, cuando estos salían a pasear.
Este antiguo pueblo de La Punta, aún guarda valiosa información histórica de la época colonial; en su templo en ruinas aún pueden observarse murales policromos así como frisos que adornaron esta gran edificación, antiguos pobladores nos relatan que en esta iglesia había un subterráneo que conducía a una casona donde residieron las hacendados, este sótano habría servido para dar castigo a los esclavos

Así mismo, nos informan que esta iglesia a fines de los años 50 aún conservaba parte del techo, y que el terremoto de mayo de 1970 terminó por hacerla caer
Este valioso patrimonio cultural aún no está perdido en su totalidad y debería solicitarse su protección y aprovecharse su ubicación para integrarse al circuito turístico el cual estaría conformado por el Complejo Arqueológico Saltur y por las Tumbas Reales de Sipán.
MEFG



LA LEYENDA DEL TORO QUE HABLÓ EN LA PUNTA

Cuentan los antiguos habitantes de La Punta que cuando eran niños, sus padres y abuelos los reunían por las noches para relatarles cuentos, historias y hazañas familiares las cuales les hacían sentir muy orgullosos; tirados en unos petates fuera de su quincha en la oscuridad de la noche que solo dejaba ver la infinidad de estrellas, atentos y en ocasiones inmóviles, temblorosos, casi mudos y acurrucados por terroríficos relatos, seguían muy atentos estas noches de cuentos, pero lo que más les impresionaba por la seriedad con la que relataban y poniendo a Dios por testigo, era lo que le sucedió a un esclavo de la hacienda que obedeciendo la orden de su patrón fue a sacar la yunta para arar un campo que tenía urgencia de sembrar, este obediente hombre a pesar que era día domingo y tenía que ir a misa, se dirigió hasta los animales que estaban atados descansando bajo la sombra de un frondoso algarrobo, del mismo que recogían sus frutos que caían, los soltó y empezó a jalarlos hasta el yugo y el pesado arado para dirigirse al terreno a trabajar, estos animales que siempre habían demostrado ser muy trabajadores, aquel día se resistían ir a trabajar, el esclavo molesto con los animales los empezó a golpear y sorprendentemente uno de los toros miró desafiante y le habló ¡Hoy día no!, ¡Mañana si!. El esclavo sorprendido y asustado corrió al patrón a contarle lo sucedido, este arrepentido de la orden que había dado, ordenó que los llevara a descansar y desde ese día se prohibió que los animales trabajaran el día domingo.
MEFG