martes, 29 de julio de 2008

El ferrocarril de Saltur

Este ferrocarril era privado y recorría 43 km. Desde el puerto de Pimentel hasta la hacienda Pucalá pasando por dos fuertes puentes de fierro construidos en Inglaterra y que se tendían sobre el río Chancay uno al oeste de Saltur y a una distancia de 5 km. Y el otro hacia el norte a 3 km. Se construyó el año 1916 esta larga vía férrea con la finalidad de trasladar caña de azúcar a los ingenios así como la azúcar elaborada al puerto de Pimentel para su exportación.
Los trenes habían sido traídos en su mayoría de Inglaterra y eran gigantescos de puro fierro, con más de 100 toneladas de peso, se movían utilizando la fuerza del vapor de agua, para lo cual tenían enormes calderos donde se echaba leña de algarrobo, broza o carbón mineral, en la parte alta de “la máquina” se ubicaba un depósito de forma cilíndrica cuatro veces mas largo que ancho donde se depositaba el agua, existiendo para esto reservorios hechos de madera y suncho, elevados a más de 5 metros de altura de los cuales mediante gruesas mangueras o tubos se les proveía de este líquido hasta rebosar.
Estas pesadas máquinas halaban hasta mas de veinte vagones de pasajeros o carros de fierro de altas barandas donde se trasladaba la caña cosechada hacia los ingenios, estos pesados armatostes anunciaban su llegada con un potente y conocido pitido ¡ Pu pu! Que se oía a un km de distancia así como con el penacho de negro humo que botaba por su alta chimenea. Detenidos semejaban gigantescos animales emitiendo resoplidos, al eliminar por su parte baja el vapor excedente a pausas o botándolo de un tirón, mojando a desprevenidos transeúntes.
Por Saltur pasaba uno de esto negros ferrocarriles jalando vagones de madera de un colorido “color” rojo ladrillo, provistas de cuadradas ventanas en sus costados, con corredizas marcos de madera provistos de lunas.
En su parte interior hacia los costados habían empotradas bancas, hechas con finos largueros de madera que tejidos formaban los asientos y respaldos mayormente viajaban en estos carros los familiares de los patrones. Algunos de los carros no tenían techado y simplemente eran plataformas cuyo piso era de gruesa madera, se les enganchaba al final del comboy y en ellos viajaban humildes peones o sus familiares. En uno de estos vagones abiertos, procedente de puerto de Pimentel venía como comerciante un señor de apellido Mendoza, cholo fornido de baja estatura y mediana edad, siempre descalzo, camisa afuera con pantalón siempre arremangado, quien con voz estentórea sin bajar del tren anunciaba pescado fresco y salado, conchitas, mercadería que traía en grandes canastas de carrizo tejido, su llegada era esperada por las pocas amas da casa del lugar quienes pedìan a fiado su mercaderia.
CAOR

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