martes, 23 de septiembre de 2008

la chicha, una vieja tradición saltureña

LA CHICHA, UNA VIEJA TRADICIÓN SALTURAÑA

Según la Real Academia Española y otros autores, la palabra chicha tiene su origen en el vocablo chichab, palabra perteneciente al dialecto kuna (los kuna fueron antiguos pobladores de Centroamérica ) y chichab era el nombre que este pueblo daba al maíz, sin embargo según el aztequista Luís Cabrera, el origen de esta palabra estaría en la lengua náhuatl (lengua aborigen de México). Dice Cabrera que chichiatl, es una palabra compuesta que significa "agua fermentada", compuesto con el verbo chicha (agriar una bebida) y el sufijo -atl'(agua), cosa de semánticos, pero parece ser que la chicha nace en el Perú de casualidad. Según se cuenta durante el reinado de Túpac Yupanqui las lluvias erosionaron los silos donde se guardaba el maíz, como resultado, los granos de maíz fermentaron y en los depósitos de arcilla se formó la malta de maíz. El Inca para evitar desechar el maíz, ordenó distribuir la malta para que fuera aprovechado en forma de mote ( maíz cocido en agua) pero dada las características organolépticas desconocidas del maíz, la terminaron desechando. Aquí es cuando se descubre: un hambriento, rebuscando en los desperdicios encontró la sustancia y la consumió y se dio una borrachera de “padre y señor mió”. Este sería el más lejano antepasado peruano de nuestros ilustres chicheros saltureños, lástima que no se conoce su nombre. Y fue así amigo lector como en el antiguo Perú, se descubrió el valor alcohólico del maíz. Y cual sería entonces la historia del consumo de la chicha en Saltur, nuestro amigo Pedro Coico Morales colaborando con nuestra revista nos ha alcanzado el siguiente informe:
La chicha en este lugar ha seguido el camino de quienes vinieron a poblar estas tierras, tiempos hubo en que a la ranchería que en sus primeros tiempos fue Saltur, llegaron familias provenientes de la zona de Monsefú y el antiguo Larán. En esas familias llegaron mujeres que traían con ellas los conocimientos de cómo preparar la chicha “embotellada” aquella que tenía como ingredientes la jora y el chancaca en vez de azúcar, algunas veces un endulzante líquido y espeso muy emparentado con la melaza. En aquellos tiempos las chicheras de Saltur iban a la calle Cuglievan en Chiclayo, donde se vendían en carretas tiradas por mulas que traían gran cantidad de pipas de madera llenas de este producto, también podía verse la chancaca apilada, tortas pequeñas envueltas en chante y la jora en sacos de yute. Estos ingredientes mas algunos “secretos” sometidos a nocturnos hervores daba como producto la “chicha embotellada”, botella de cristal, tapa de corcho anudada con un pabilo o cabuya. Dejaban dormir esta chicha en sus envases por tres días y “era como haber encerrado al diablo en esos envases” como decía mi compadre, quien en paz descanse, era muy aficionado al “barro”, como le dicen hoy a la chicha. A esta generación, pero en tiempos más recientes, pertenecen: doña Carmen Sandoval, Juana Chiroque, su hija Maximina Chiroque, la señora “Parda”, doña Tomasita, la china limpia, la señora de Durand, la “pato asao”, y otras, que en el año 1990 llegaron a mas de 30, siendo la producción total de 7200 litros. Actualmente la demanda de chicha ha disminuido, pero no deja de haber unos 20 chicheríos cuyo consumo semanal es de 1892 galones. Dato curioso que he recogido es que los chicheros dicen, vamos a empujarle “una base” y después enjuagamos con cerveza, que en buen romance significa: primero consumimos chicha hasta donde se pueda y después tomamos cerveza. Otro dato es que en toda chichería hay caseritos que rayan, es decir chupan dos días seguidos y si no se quedan a dormir, es por que no hay hospedaje, pero tan seguro como que saldrá el sol, al siguiente día estarán pidiendo su chicha, pero con el ingeniero Villegas que los tiene al breque, se está perdiendo esta costumbre, lo que si persiste es que el caserito tiene separada su lata en forma semanal y llegue o no, caballero no más, tendrá que pagarla. Quisiera mencionar el nombre de los más insignes chicheros de nuestro pueblo, pero temo que se acuerden de mi madrecita.
Colaboración :Pedro Coico Morales

la chicha, una vieja tradición saltureña

LA CHICHA, UNA VIEJA TRADICIÓN SALTURAÑA

Según la Real Academia Española y otros autores, la palabra chicha tiene su origen en el vocablo chichab, palabra perteneciente al dialecto kuna (los kuna fueron antiguos pobladores de Centroamérica ) y chichab era el nombre que este pueblo daba al maíz, sin embargo según el aztequista Luís Cabrera, el origen de esta palabra estaría en la lengua náhuatl (lengua aborigen de México). Dice Cabrera que chichiatl, es una palabra compuesta que significa "agua fermentada", compuesto con el verbo chicha (agriar una bebida) y el sufijo -atl'(agua), cosa de semánticos, pero parece ser que la chicha nace en el Perú de casualidad. Según se cuenta durante el reinado de Túpac Yupanqui las lluvias erosionaron los silos donde se guardaba el maíz, como resultado, los granos de maíz fermentaron y en los depósitos de arcilla se formó la malta de maíz. El Inca para evitar desechar el maíz, ordenó distribuir la malta para que fuera aprovechado en forma de mote ( maíz cocido en agua) pero dada las características organolépticas desconocidas del maíz, la terminaron desechando. Aquí es cuando se descubre: un hambriento, rebuscando en los desperdicios encontró la sustancia y la consumió y se dio una borrachera de “padre y señor mió”. Este sería el más lejano antepasado peruano de nuestros ilustres chicheros saltureños, lástima que no se conoce su nombre. Y fue así amigo lector como en el antiguo Perú, se descubrió el valor alcohólico del maíz. Y cual sería entonces la historia del consumo de la chicha en Saltur, nuestro amigo Pedro Coico Morales colaborando con nuestra revista nos ha alcanzado el siguiente informe:
La chicha en este lugar ha seguido el camino de quienes vinieron a poblar estas tierras, tiempos hubo en que a la ranchería que en sus primeros tiempos fue Saltur, llegaron familias provenientes de la zona de Monsefú y el antiguo Larán. En esas familias llegaron mujeres que traían con ellas los conocimientos de cómo preparar la chicha “embotellada” aquella que tenía como ingredientes la jora y el chancaca en vez de azúcar, algunas veces un endulzante líquido y espeso muy emparentado con la melaza. En aquellos tiempos las chicheras de Saltur iban a la calle Cuglievan en Chiclayo, donde se vendían en carretas tiradas por mulas que traían gran cantidad de pipas de madera llenas de este producto, también podía verse la chancaca apilada, tortas pequeñas envueltas en chante y la jora en sacos de yute. Estos ingredientes mas algunos “secretos” sometidos a nocturnos hervores daba como producto la “chicha embotellada”, botella de cristal, tapa de corcho anudada con un pabilo o cabuya. Dejaban dormir esta chicha en sus envases por tres días y “era como haber encerrado al diablo en esos envases” como decía mi compadre, quien en paz descanse, era muy aficionado al “barro”, como le dicen hoy a la chicha. A esta generación, pero en tiempos más recientes, pertenecen: doña Carmen Sandoval, Juana Chiroque, su hija Maximina Chiroque, la señora “Parda”, doña Tomasita, la china limpia, la señora de Durand, la “pato asao”, y otras, que en el año 1990 llegaron a mas de 30, siendo la producción total de 7200 litros. Actualmente la demanda de chicha ha disminuido, pero no deja de haber unos 20 chicheríos cuyo consumo semanal es de 1892 galones. Dato curioso que he recogido es que los chicheros dicen, vamos a empujarle “una base” y después enjuagamos con cerveza, que en buen romance significa: primero consumimos chicha hasta donde se pueda y después tomamos cerveza. Otro dato es que en toda chichería hay caseritos que rayan, es decir chupan dos días seguidos y si no se quedan a dormir, es por que no hay hospedaje, pero tan seguro como que saldrá el sol, al siguiente día estarán pidiendo su chicha, pero con el ingeniero Villegas que los tiene al breque, se está perdiendo esta costumbre, lo que si persiste es que el caserito tiene separada su lata en forma semanal y llegue o no, caballero no más, tendrá que pagarla. Quisiera mencionar el nombre de los más insignes chicheros de nuestro pueblo, pero temo que se acuerden de mi madrecita.
Colaboración :Pedro Coico Morales

domingo, 21 de septiembre de 2008

Origen de las haciendas

LA COLONIZACIÓN ESPAÑOLA Y EL ORIGEN DE LAS HACIENDAS

UNA NUEVA GEOGRFÍA AGRARIA: PLANTAS, ANIMALES.

Al producirse la conquista española, tuvieron lugar una serie de transformaciones en la forma de vida de los antiguos peruanos, entre los cambios más importantes estuvo la introducción de plantas y animales antes desconocidos por ellos.
En, relativamente poco tiempo se introdujeron cereales como el trigo, la cebada y la avena; legumbres como la arbeja, las vainitas y diversas hortalizas como la lechuga y la zanahoria; frutas como la manzana, la naranja, los higos, la sandía y el melón. También llegaron la uva, la aceituna, la caña de azúcar y algunos productos de origen asiático como el arroz. Del mismo modo los animales que acompañaron a los conquistadores españoles se reprodujeron y dispersaron rápidamente por todo el territorio. Caballos, cerdos, vacas, ovejas y aves de corral comenzaron a proliferar en todo asentamiento humano, incluso en los poblados indígenas.
Pero el intercambio fue de doble vía, pues los conquistadores incorporaron a su dieta numerosos productos nativos que empezaron a combinar con los europeos. Ese fue el caso del maíz, la papa, la quinua, el camote, el frijol, el cacao, yuca, tomate, maní y numerosas frutas tropicales.
Pero además de plantas y animales, la conquista introdujo LA PROPIEDAD PRIVADA. Era un nuevo concepto y difería de la forma como se poseía y usaba la tierra durante el incanato. Por propiedad se daba derecho a las personas y familias a poseer legalmente y en forma individual tierras y ganado y hacer uso de ellas de la forma que consideraran conveniente como: cultivarlas, venderlas, alquilarlas, etc.
La instauración de la propiedad privada produjo importantes transformaciones en la forma de la producción, desde ese momento la producción no se destinará solo, ni para la subsistencia del grupo familiar y comunal, sino para atender un mercado que empieza a girar alrededor de la demanda de las ciudades y específicamente de los centros mineros, productores de plata como Potosí en el alto Perú y de azogue como Huancavelica, los cuales pasaban a ser el motor que animaba la economía y movilizaba a hombres y mercaderías.
LAS MERCEDES DE TIERRAS
En los primeros años de la conquista, la mayor parte de productos para el consumo eran producidos por la población nativa trabajando en sus tierras y llegaban a los consumidores a través del comercio que se realizaba en los mercados que se organizaban en las plazas principales de las ciudades. En aquellos tiempos las tierras tenían poco valor para los españoles, pero a mediados del siglo XVI conforme la población española aumentó y con ellos la posibilidad de ganancias mediante el comercio de productos agropecuarios, las solicitudes de tierras se hicieron más constantes. Es así que las llamadas mercedes de tierra se incrementaron. Las mercedes de tierra fueron concesiones hechas, en nombre del Rey, por autoridades españolas especialmente autorizadas como los Virreyes, las audiencias y los cabildos de las ciudades; estas instituciones empezaron a conceder terrenos de labranza en forma legal.
Hubo también formas no legales de apropiación de tierras por ejemplo a través de ocupación de tierras “vacas” o en abandono debido a la drástica disminución de la población indígena, otras fueron adquiridas de las comunidades indias a través e alquileres y compras informales.
LAS ESTANCIAS Y LA AGRICULTURA INICIAL HISPANA
Al inicio de la colonia, las tierras españolas fueron dedicadas principalmente a la crianza del ganado traído de Europa, el cual se fue adaptando a las diversas condiciones ambientales. Estas tierras dedicadas principalmente a la ganadería fueron conocidas como estancias y Saltur formó parte de una estancia junto a La Punta hasta mediados del siglo XVI en la que se criaba principalmente ganado vacuno, porcino y equino; con la carne de los cerdos empezó a desarrollarse una pequeña industria de embutidos y de su grasa se obtenían las mantecas y los jabones; de los cueros de las vacas y las ovejas y chivos se encurtían los cueros para los calzados.
LAS CHACRAS
De acuerdo con el tamaño de las tierras, las posiciones de las tierras se dividieron en chacras y haciendas, con este vocablo de origen Quechua se denominaba a pequeñas extensiones de terreno de propiedad privada, las cuales eran dedicados al cultivo de pan llevar como: maíz, trigo, hortalizas, verduras, etc. era empleado para la subsistencias de las familias y en caso de darse excedentes se vendía en mercados de la localidad.
LAS HACIENDAS
El concepto de hacienda no fue originalmente sinónimo de propiedad agraria, con este nombre se identificaba inicialmente al conjunto de bienes que una persona poseía. Posteriormente pasó a identificarse a las propiedades rurales de alguna importancia. Ya en el siglo XVIII el nombre hacienda identifica con más precisión a una extensión relativamente grande de tierra dedicada a la producción agropecuaria, bajo el dominio de un solo propietario, explotado con trabajo dependiente, con un empleo más o menos importante de capital.
HACIENDAS Y HACENDADOS
La hacienda durante la colonia, no fue solo una institución económica que generó ingresos a sus propietarios, sino que tuvo también un valor de prestigio social. Sin duda, la posición de una o mas haciendas daba a su propietario ingresos seguros, pero le daba también una posición superior frente al resto de la sociedad. Ser hacendado era señal de riqueza y nobleza.
Los propietarios de haciendas fueron un sector relativamente pequeño de familias españolas y criollas que, a través de afinadas estrategias de adquisición de tierras e igualmente de afinadas estrategias matrimoniales, lograron consolidar estas posiciones. Su origen fue diverso. Unos eran descendientes de conquistadores encomenderos, otros eran hombres nuevos. Ser hacendado se asoció con la obtención de cargos honoríficos como el de regidor perpetuo en el cabildo de la ciudad lo que consolidaba su influencia económica y social. Algunos combinaron la propiedad agraria con la producción de productos agrarios como el azúcar y el sebo animal en La Libertad (nosotros los lambayecanos formábamos parte de ese departamento como provincia), para jabón en Piura.
Cloaboración: César Ordinola Ramírez
SIXTO DELGADO, UN HOMBRE QUE HIZO ESCUELA
Una de las calles de nuestro pueblo lleva el nombre de Sixto Delgado, pero son escasos los residentes en Saltur que recuerden quién fue este personaje, de las personas que lo conocieron, en su mayoría son bisabuelos, nuestra revista los ha entrevistado tratando de indagar sobre quien fue este personaje, de la lucidez y buena memoria de ellos hemos recogido sus testimonios a veces contradictorios en pequeños aspectos pero de estos testimonios siempre se trasluce lo siguiente: Don Sixto Delgado fue un profesor que ha dejado muy gratos recuerdos en los jóvenes estudiantes de su época, gracias a este hombre muchos de nuestros antiguos residentes saben leer y escribir y son personas de bien; y el agradecimiento y reconocimiento hacia su persona aún perdura. No queda una foto de él, no queda un familiar suyo en Saltur, no sabemos donde están sepultados sus restos, algunos nos dicen que regresó a su Chota natal, otros dicen que se fue a Reque.
Nos dice Eugenio Salazar y Pedro Coico sus ex alumnos, que corría el año 1942 cuando a la ranchería que por aquel tiempo era Saltur, llegó una nueva familia compuesta por un padre llamado Hipólito Delgado y tres hijos de nombres Sixto, Hipólito e Hilda. Sixto tenía entre 30 a 35 años de edad, atacado por la artritis o quizá artrosis o algún mal degenerativo; tenía casi atrofiadas las manos y las piernas, por lo que se desplazaba en forma lenta apoyado en un bastón y muy encorvado, era de tez clara y nariz aguileña, pelo echado hacia atrás y con raya al costado, de semblante severo, pero con ojos que irradiaban bondad y paz espiritual.
El padre y el hermano de Sixto habían llegado para trabajar y desde los primeros días contratados por la hacienda, se dedicaban a las faenas agrícolas y su pequeña hermana Hilda de 14 años fue destinada a cocinar a la familia. Poco a poco fueron levantando una casa al antiguo estilo, paredes de quincha enlucidas con barro; techo a dos aguas, de material caña, troncos de algarrobo y broza, el piso de tierra apisonado, puertas rústicas de madera cruzada y pedazos de latón claveteado para cubrir los resquicios. Esta casa era de grandes dimensiones, pues terreno era lo que más sobraba, según versiones de nuestros colaboradores la casa se ubicó exactamente al costado de los depósitos de kerosene y donde se ubica la casa de la familia Silva, sobre el mismo morro que nunca se allanó.
A Sixto, su padre le preparó un gran patio al fondo de su casa, le consiguió unas pequeñas sillas, pizarra y puso en la puerta un letrero que decía “Se enseña las primeras letras” y lo destinó a ser profesor. No se conoce si Sixto anteriormente aviase dedicado a este oficio o si en nuestro pueblo descubre su vocación, lo que si se sabe por boca del mismo maestro es que había estudiado en el colegio San Juan de Chota.
Profesor a la vieja usanza, no podía ser de otro modo, don Sixto armado de penca y paleta y el viejo adagio “La letra con sangre entra” fue acogiendo a un alumnado compuesto por los hijos de los obreros y campesinos del lugar; de los que se tiene memoria son: Pedro Coico, Eugenio Salazar, el hoy Coronel retirado Rogelio Segura, Jorge Sánchez, José A. Quispe, Víctor Espinoza, Luz Ordinola, Leonor Colchado, Fidel Chafloque, Paula Velásquez, Magda Cortéz, el ingeniero Yayo Delgado, Juanita Delgado, Jorge Nizama, Pastor Rentaría, los hermanos Melchora, Meche y Lucho Ramírez, Horacio Carmona, Bertha Bracho. Épocas hubo en que los alumnos del profesor Sixto llegaron a ser mas de treinta, en esos tiempos ellos llegaban a la escuela con pantalón corto, morral de tela colgado al hombro con una tira, lápiz, libro “mantilla” y la tabla de operaciones.
De los alumnos de don Sixto se sabe que el “zurdo Quispe” era bueno para las matemáticas, Pastor Rentaría destacaba en historia, los hermanos Ramírez destacaban en “números” y letras. De Horacio se sabe que en aquel tiempo era hijo del administrador de este anexo y matriculado por su madre asistió a la escuela por pocos días, ya que fue devuelto a su madre por el profesor diciéndole “que su hijo no era para el estudio”, quizá por su bajo rendimiento; sin saber que años mas tarde este niño sería un exitoso y reconocido contador mercantil en la ciudad de Chiclayo.
Se sabe que durante el tiempo que estuvo este insigne profesor por nuestros lares, no tuvo esposa e hijos quizá por que era misógino o más bien debido a su enfermedad y sus secuelas. Quedaba por preguntar a sus alumnos que opinaban sobre la forma como impartió enseñanza don Sixto y nos dijeron que con mucho rigor, pero también tolerancia y empatía y agregaron que agradecen al rigor de sus enseñanzas haber permitido ser hombres de bien y que si volverían a nacer, pedirían que sea su profesor don Sixto Delgado, a quien desde estas notas elevan sus bendiciones.
César Ordinola Ramírez





LA HACIENDA POMALCA CRECE A LO LARGO DE LA LÍNEA DEL FERROCARRIL

La llegada del ferrocarril a nuestra región produjo profundos cambios en la economía que por ese entonces desarrollaba la gran revolución industrial, revolución que benefició a los grandes capitalistas de la época entre ellos a los grandes hacendados quienes fueron los mas interesados en estas grandes líneas de transporte, pues ahora tenían la posibilidad de trasladar grandes cantidades de caña hacia sus fábricas así como llevar su azúcar en gran cantidad y mucho mas rápido que las torpes y lentas carretas tiradas por bueyes. La hacienda Pomalca de propiedad de la familia Gutiérrez Pestana, la hacienda Pucalá, propiedad de la familia Yzaga y los comerciantes señores de La Piedra se asociaron para la construcción de la línea del ferrocarril que partía de Pimentel, así como también para la construcción de los puentes de Saltur y Pucalá, esta obra quedó terminada el año 1920 cuando Saltur era un pequeño caserío, comprensión en ese entonces de la hacienda San Juan de la Punta de propiedad de la familia Ibáñez Burga que se dedicaba a la siembra de arroz, uva y otros pequeños cultivos. Esta gran obra de ingeniería despertó el interés por estas tierras a la familia comerciante De la Piedra del Castillo que era accionista mayoritario del ferrocarril y muelle de Pimentel y que también era proveedor de muchas herramientas, maquinarias y otros artículos a los hacendados Gutiérrez., quienes también habían contraído otras deudas, que no pudieron cancelarlas, situación que los obliga a ceder a las presiones de los señores comerciantes De la Piedra del Castillo y en mayo del año 1920 los hacendados Gutiérrez se ven obligados a vender la hacienda Pomalca, que por esos tiempos solo comprendía hasta Casa de Madera con solo 7500 hectáreas. De esta manera los señores De la Piedra se convierten en los nuevos dueños de Pomalca. A partir de entonces estos señores a través de la influencia del ferrocarril por las tierras donde atravesaba se convirtieron en abastecedores de insumos, herramientas y a la vez compradores de los productos de estas pequeñas haciendas que con el afán de crecer se comprometían con créditos sucesivos que les fueron difícil de cancelar y terminaron cediendo sus tierras como es el caso de Saltur que el año 1932 es tomada por deudas no canceladas, el mismo año compran La Calera; el año 1933 toman Samán, el año 1938 compran La Punta, el año 1943 anexan Sipán y La Concordia y en 1954 adquieren Pampagrande. Como podemos observar el ferrocarril se convirtió en gran un instrumento de poder en Pomalca que al final de la hacienda llegó a 143 549 hectáreas. omoerramientas y a la vez compa Así también, el ferrocarril llevó al desarrollo a las haciendas de toda la región, logro que ya lo habían tenido las ciudades de Chiclayo. Ferreñafe y Lambayeque, con el ferrocarril de Eten con el gran impulso a la industria y el comercio, tanto que, dejamos de ser provincia del departamento de la Libertad para convertirnos en departamento independiente. Este ferrocarril permitía llevar el azúcar de Pomalca y Pucalá hasta Pimentel que a través de su muelle era exportado vía marítima a Lima y otros puertos del mundo. Esta vía también era aprovechada para el transporte de pasajeros, y además era la única manera de viajar; detrás del ferrocarril iban de 3 a 4 vagones de madera con sus respectivos asientos por la que se pagaba 20 centavos por el pasaje hasta Chiclayo, y detrás continuaba el convoy de coches de carga. La hacienda extendió esta línea del ferrocarril hasta Pampagrande desde donde transportaba la caña hasta la fábrica ubicada en Pomalca, esta gran máquina que funcionaba a vapor de agua dejó de brindar servicio a la hacienda Pomalca el año 1964, cuando esta adquiere los trailers para el transporte de caña, pero el ferrocarril continuó hasta inicios del año 1970 transportando azúcar de Pucalá hasta Pimentel.

MEFG






EL PRIMER EQUIPO MECANIZADO DE RECOJO DE CAÑA

Era el año 1944, todos los campos de Saltur y Pomalca estaban sembrados de caña, al año siguiente se empieza a sembrar en Sipán, Pacherrez y Pampagrande . La preparación de las tierras se hacían con yuntas de los colonos unas 40 diariamente se hacían presente en los campos, con arados americanos ,cajón y lampones se surcaban las tierras, como la hacienda se extendía, los hacendados se vieron obligados a traer el año 1946 4 aradoras inglesas, que fue una gran novedad y eliminaron a las yuntas.
Las cosechas se hacían con gente serrana unos 70 se encargaban de cortarla y otros 30 de entre los mas robustos eran los cargueros, su tarea era llenar 2 carros del ferrocarril por día, obreros de hombros callosos las sacaban desde los cuarteles y las llevaban hacia los coches del ferrocarril que se adentraban a los cuarteles a través de las líneas portátiles que una cuadrilla de fornidos obreros las armaban, una vez llenos de caña y bien puestas entre los barrotes, estos coches de hierro eran remolcados por una yunta de bueyes hacia la línea firme donde esperaba la locomotora para trasladarla hacia la fabrica, unos 60 carros bien cargados jalaba el ferrocarril, eso si deberían estar bien puestas las cañas, ya que en ocasiones se volteaban al ser transportadas y los obreros responsables de este coche no recibían su pago; la dificultad que presentaba este trabajo por la altura del coche del ferrocarril el que tenía que necesitar de una escalera fue superada por la llegada del primer equipo mecanizado de recojo de caña en el año 1953 consistente en 8 tractores con 2 carretas cada una, 4 cargadores con arrumador y un winche con una gran pluma marca Thomson “Allis Chalmers” con poleas en la parte alta que era accionada por un equipo motorizado el que a través de cables levantaba el montón de caña que previamente era amarrada con el cable, esta labor se hacía con la ayuda de mulas que ayudaban a jalar una varilla llamada aguja que aseguraba el atado de cañas, cuando los cables levantaban el atado de cañas un obrero tenía que subir junto a esta para quitar la aguja que daba seguro y desatar las cañas que caían al coche del ferrocarril. Este winche recibía las cañas de las carretas, que las transportaban desde los cuarteles. Unos 120 carros diarios de caña eran transportados hacia la fábrica de Pomalca.
Esta labor con el winche llega a su fin el año 1957, año en que llega la primera pala hidráulica norwest, los tractores de oruga para el arrume de la caña y trailers con carretones .
De 6 de la mañana hasta las 6 de la tarde era la jornada diaria incluidos los domingos, los días de descanso aquí eran los miércoles.
Doy fe de estos trabajos por que participé como controlador de semilla, sembrío de caña, también antes como guñan en yuntas, regador de caña, cortador de caña en cosecha, carrero, pase como tractorista, después fui ascendido, ya no participé en la modalidad de pala ni trylers, pero si fui testigo de estos cambios.


Santiago Delgado Sánchez

Hacienda Colonial San Juan de la Punta

SAN JUAN DE LA PUNTA
El hoy centro poblado menor La Punta, comprensión de Saltur, allá por el Siglo XVI fue una de las dos más grandes haciendas azucareras de la época colonial en nuestra región. Por el año 1711 tenía una extensión de 433 fanegadas (aproximadamente 1300 hectáreas).que en su mayor parte la dedicaba al cultivo de la caña de azúcar .y otro tanto al cultivo de la lima, fruta que era empleada en la purificación de la miel para la elaboración del azúcar.Durante mucho tiempo estuvo asociada a Collique, ya que ambos territorios eran propiedad de la orden religiosa de los Jesuitas y por ello se le conocía como San Juan de la Punta y Collique. Esta hacienda tuvo gran trascendencia en la época colonial por la influencia que ejercía la Iglesia en el adoctrinamiento de la religión católica que se impartía a los indios que habitaban la comunidad indígena de Collique, que también fue unas de las seis comunidades más extensas de nuestra región a la llegada de los españoles. La hacienda La Punta, en el siglo XVI concentró gran cantidad de esclavos procedentes de África traídos por traficantes. Estas personas de color negro eran preferidos en las haciendas azucareras por su fortaleza física para el trabajo del cultivo de la caña y elaboración del azúcar y eran comprados a un precio de 400 pesos; la cantidad de esclavos era tan determinante en una hacienda que el valor de esta se calculaba multiplicando por 1000 el número de esclavos que esta tenía, a estas personas no se les pagaba jornal de trabajo, solo se le daba alimentos, ropa e instrucción espiritual. Un antiguo obrero de este lugar nos relata que los últimos descendientes de esclavos en esta hacienda, ya en libertad pero siempre sumisos a los señores Ibáñez se les reconocía por la ropa blanca que vestían y un pañuelo rojo con la que se envolvían al cuello, era su ropa de vestir de los días domingos, cuando estos salían a pasear.
Este antiguo pueblo de La Punta, aún guarda valiosa información histórica de la época colonial; en su templo en ruinas aún pueden observarse murales policromos así como frisos que adornaron esta gran edificación, antiguos pobladores nos relatan que en esta iglesia había un subterráneo que conducía a una casona donde residieron las hacendados, este sótano habría servido para dar castigo a los esclavos

Así mismo, nos informan que esta iglesia a fines de los años 50 aún conservaba parte del techo, y que el terremoto de mayo de 1970 terminó por hacerla caer
Este valioso patrimonio cultural aún no está perdido en su totalidad y debería solicitarse su protección y aprovecharse su ubicación para integrarse al circuito turístico el cual estaría conformado por el Complejo Arqueológico Saltur y por las Tumbas Reales de Sipán.
MEFG



LA LEYENDA DEL TORO QUE HABLÓ EN LA PUNTA

Cuentan los antiguos habitantes de La Punta que cuando eran niños, sus padres y abuelos los reunían por las noches para relatarles cuentos, historias y hazañas familiares las cuales les hacían sentir muy orgullosos; tirados en unos petates fuera de su quincha en la oscuridad de la noche que solo dejaba ver la infinidad de estrellas, atentos y en ocasiones inmóviles, temblorosos, casi mudos y acurrucados por terroríficos relatos, seguían muy atentos estas noches de cuentos, pero lo que más les impresionaba por la seriedad con la que relataban y poniendo a Dios por testigo, era lo que le sucedió a un esclavo de la hacienda que obedeciendo la orden de su patrón fue a sacar la yunta para arar un campo que tenía urgencia de sembrar, este obediente hombre a pesar que era día domingo y tenía que ir a misa, se dirigió hasta los animales que estaban atados descansando bajo la sombra de un frondoso algarrobo, del mismo que recogían sus frutos que caían, los soltó y empezó a jalarlos hasta el yugo y el pesado arado para dirigirse al terreno a trabajar, estos animales que siempre habían demostrado ser muy trabajadores, aquel día se resistían ir a trabajar, el esclavo molesto con los animales los empezó a golpear y sorprendentemente uno de los toros miró desafiante y le habló ¡Hoy día no!, ¡Mañana si!. El esclavo sorprendido y asustado corrió al patrón a contarle lo sucedido, este arrepentido de la orden que había dado, ordenó que los llevara a descansar y desde ese día se prohibió que los animales trabajaran el día domingo.
MEFG

sábado, 9 de agosto de 2008

Aradora a vapor



Máquina aradora a vapor que se exhibe en la plaza principal de Saltur, trabajó desde inicios de los años 1900 hasta el año 1957, hoy es protegido y considerado como parte del patrimonio cultural

Petroglifo " El Cóndor"


Petroglifo "El Cóndor" ubicado en el cerro Saltur a unos 200 m. de altura,
Las evidencias arqueológicas demuestran que Saltur tuvo una ocupación temprana en nuestra historia, que según nuestra cronología corresponden a unos 2000 años a.c. También existen evidencias de una continuidad cultural hasta finales de nuestra época autónoma.
En todas estas etapas Saltur debió ser un importante centra administrativo por su estratégica ubicación geográfica, por su cercanía al río y a los cerros, que le permitieron seguridad, defensa y control de los valles circundantes. Así lo demuestra las grandes y numerosas edificaciones de piedras y adobes que aún se pueden observar en la partes altas de los cerros.
El arte rupestre observado en este petroglifo nos muestra la más profunda expresión mágico religiosa de nuestros antepasados, en el que el arte fue concebido para exhibirse y quizá fue un lugar de adoración, pues la imagen representa a uno de los  principales dioses de una de las principales altas culturas peruanas.

martes, 29 de julio de 2008

La Aradora a vapor

El gran impulso que trajo el ferrocarril a la industria azucarera, hizo también que el trabajo del campo se tecnificara. Las yuntas de bueyes no se abastecían para arar grandes extensiones de terrenos, que cada día aumentaban, pues los hacendados adquirían nuevas tierras. La llegada de la aradora a vapor fue la solución a este problema. Esta locomotora tenía la ventaja de recorrer por caminos ordinarios, no necesitaba de rieles para trasladarse, pero era muy lenta.
Estas grandes máquinas debieron llegar junto al ferrocarril, por el año 1912, eran tan pesadas que sus ruedas estaban diseñadas lo bastante anchas para no hundirse y llevaban unos resaltos para aumentar la adherencia, en ocasiones cuando el suelo lo requería, se le empernaba unas grandes cuñas en unos agujeros que tenían las ruedas para evitar patinar, de modo que al avanzar parecían arañar la tierra.
Hacían su labor de arado en pareja. Se ubicaban hasta unos 200 m. de distancia a uno y otro lado del campo que debería de ararse, estando ambas detenidas y unidas por un cable de acero de 3 pulgadas de grosor, en la que en uno de los extremos se había acoplado un arado de 5 cuchillas. Turnándose jalaban el cable par enrollarlo en un gran carreto que se ubicaba en la parte inferior, luego ambas avanzaban en la misma dirección, se les cambiaba el sentido de las cuchillas del arado y a la señal de un silbato que la locomotora emitía, la siguiente hacía la misma labor.
Esta máquina, al igual que el ferrocarril funcionaba a vapor, por lo que necesitaba de agua, leña y broza para trabajar; tres obreros se encargaban de hacerla funcionar, el maquinista, el fogonero y el aguatero. Dejó de laborar a finales de los años cincuenta del siglo pasado cuando son reemplazados por los tractores de oruga.

MEFG

El trapiche de madera

Por el año 1670, El Capitán Martín Núñez de Alzo, ciudadano de origen español introduce el cultivo de la caña de azúcar a estas tierras de nuestra región, siembra esta planta primero en Cayaltí obteniendo muy buenos resultados, por esta razón se interesa también por esta zona del valle Chancay y compra Pomalca y tierras en varios lugares intermedios destinados también a la siembra de esta planta para la elaboración de mieles, dulces, azúcar y destilación de alcoholes, estas pequeñas haciendas por aquellas años necesitaron de la instalación de varios trapiches de madera como el que hasta ahora conservamos, estos se ubicaban muy cerca de los cuarteles de caña y funcionaban con la fuerza de las yuntas de bueyes que hacían girar el tronco para ponerlo en acción, dos esclavos se encargaban de introducir una a una las cañas entre los engranajes de las masas de madera que los trituraba y extraía el jugo que caía por unos canales de madera y se dirigía a la casa de calderos, la cocción se hacía en pailas destapadas hasta tomar consistencia gomosa, con coladores se quitaban las impurezas; para el proceso de purificación se empleaba el jugo de lima, se vaciaban las pailas en moldes de barro de forma cónica con pequeños agujeros en el fondo, estos se colocaban encima de vasijas de barro en la casa de purgas, estas vasijas apartaban la miel que goteaba de los moldes, el sobrante se separaba por su calidad, se pesaba y se empacaba. Este era el azúcar que se producía con la ayuda de este trapiche de madera que fue desplazado por los de acero a inicios del año 1900.
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El ferrocarril de Saltur

Este ferrocarril era privado y recorría 43 km. Desde el puerto de Pimentel hasta la hacienda Pucalá pasando por dos fuertes puentes de fierro construidos en Inglaterra y que se tendían sobre el río Chancay uno al oeste de Saltur y a una distancia de 5 km. Y el otro hacia el norte a 3 km. Se construyó el año 1916 esta larga vía férrea con la finalidad de trasladar caña de azúcar a los ingenios así como la azúcar elaborada al puerto de Pimentel para su exportación.
Los trenes habían sido traídos en su mayoría de Inglaterra y eran gigantescos de puro fierro, con más de 100 toneladas de peso, se movían utilizando la fuerza del vapor de agua, para lo cual tenían enormes calderos donde se echaba leña de algarrobo, broza o carbón mineral, en la parte alta de “la máquina” se ubicaba un depósito de forma cilíndrica cuatro veces mas largo que ancho donde se depositaba el agua, existiendo para esto reservorios hechos de madera y suncho, elevados a más de 5 metros de altura de los cuales mediante gruesas mangueras o tubos se les proveía de este líquido hasta rebosar.
Estas pesadas máquinas halaban hasta mas de veinte vagones de pasajeros o carros de fierro de altas barandas donde se trasladaba la caña cosechada hacia los ingenios, estos pesados armatostes anunciaban su llegada con un potente y conocido pitido ¡ Pu pu! Que se oía a un km de distancia así como con el penacho de negro humo que botaba por su alta chimenea. Detenidos semejaban gigantescos animales emitiendo resoplidos, al eliminar por su parte baja el vapor excedente a pausas o botándolo de un tirón, mojando a desprevenidos transeúntes.
Por Saltur pasaba uno de esto negros ferrocarriles jalando vagones de madera de un colorido “color” rojo ladrillo, provistas de cuadradas ventanas en sus costados, con corredizas marcos de madera provistos de lunas.
En su parte interior hacia los costados habían empotradas bancas, hechas con finos largueros de madera que tejidos formaban los asientos y respaldos mayormente viajaban en estos carros los familiares de los patrones. Algunos de los carros no tenían techado y simplemente eran plataformas cuyo piso era de gruesa madera, se les enganchaba al final del comboy y en ellos viajaban humildes peones o sus familiares. En uno de estos vagones abiertos, procedente de puerto de Pimentel venía como comerciante un señor de apellido Mendoza, cholo fornido de baja estatura y mediana edad, siempre descalzo, camisa afuera con pantalón siempre arremangado, quien con voz estentórea sin bajar del tren anunciaba pescado fresco y salado, conchitas, mercadería que traía en grandes canastas de carrizo tejido, su llegada era esperada por las pocas amas da casa del lugar quienes pedìan a fiado su mercaderia.
CAOR

Sucedió en Saltur...

UN HOMICIDIO EN EL VIEJO SALTUR

Rómulo Sánchez era u paisano de más de 1.80 de estatura, blanco, cabello lacio, de complexión fuerte. Había llegado con más contratas desempeñándose como liniero y como no tenía esposa ni hijos vivía en los canchones. Serrano altanero y bravucón, valiéndose de su fortaleza física cometía abusos y tropelías contra los demás peones, pero a quien tenía “entre ceja y ceja” era un peón de apellido Carranza de quien codiciaba su hermosa mujer de nombre Isolina Brenis. En forma maligna donde encontraba a este peón le gritaba “tu mujer ya es mía, te la voy a quitar” humillando cruelmente al ofendido, el mismo que de carácter humilde y físicamente inferior al ofensor soportaba estoicamente estos insultos que se repetían continuamente.
Era el año 1940 y un día del mes de mayo, Rómulo que había estado bebiendo se dirigía a “ocuparse“ en un lugar cercano a donde hoy se ubica el frontis del “Antonio Raimondi” por mera casualidad Carranza también se dirigía a ese lugar y viéndolo Rómulo empezó a insultarlo y sacando de entre sus ropas un puñal se le abalanzó tratando de hincarlo, Carranza en un gesto defensivo rápidamente se agachó y tomando un puñado de tierra se lo lanzó a los ojos del agresor, encegueciéndolo y arrebatándole rápidamente el puñal, con el mismo le empezó a propinarle puñaladas por la espalda pero “medidas” tratando que no sean de necesidad mortal; fueron 14 puñaladas las que recibió Rómulo, la última fue en el muslo derecho donde el agresor dejó clavado el puñal. El herido había recibido una puñalada de necesidad mortal en la espalda, la misma que le había perforado el pulmón, pero a pesar de eso, caminando se dirigió hasta la casa hacienda, la cual se ubicaba en el lugar donde hoy se encuentra; sangrante con el puñal clavado en el muslo, el herido subió las escaleras de madera que llevaban al segundo piso y pidió audiencia con el señor Carmona a quien le dijo: “patrón mire lo que Carranza me ha hecho” el señor Carmona, administrador en aquel entonces de este anexo, muy calmadamente ordenó que el herido fuera trasladado a la botica, pero este rechazando todo tipo de ayuda se dirigió caminando a dicha botica, la cual se ubicaba en aquel entonces en el inmueble que hoy ocupa la familia Villegas. Atendido por don Leoncio Lopez Torres boticario a cargo, Rómulo es tendido en una camilla en donde recién una señora de nombre Grimanea, esposa de Liborio Vásquez, le saca el puñal de muslo. Vista la gravedad de sus heridas, se ordena que se amarre un caballo a un carro de línea donde se transporta al herido a Pomalca pero al llegar a la altura de Casa de Madera muere por la pérdida de sangre. Mientras tanto Carranza después de bañarse en una acequia cercana y cambiarse de ropa, se presentaba ante el señor Carmona, confesaba su culpa y muy dócilmente ingresaba al calabozo que se ubicaba en la parte trasera de la casa hacienda. Se sabe que Carranza solo permaneció unos meses en la cárcel y después de salir abandonó a su mujer regresando a la sierra sin que jamás se volviera a saber de el.

Versión recogida de saltureños testigos de estos hechos.
DE LOS PAISANOS, LOS CANCHONES Y LA CRUZ DEL CERRO

Contaba don Aniceto Fernández Heredia a don Santiago Delgado Sánchez el año 1945 que años atrás, en el año 1924 Saltur era una ranchería habitada por pocas personas que vivían en escasas y dispersas casas de quincha y techo a dos aguas de broza, hoja de palmera y troncos de algarrobo, la única casa de adobe existente en este caserío, era la llamada casa hacienda, imponente construcción hecha con cimientos de gruesas piedras unidas con argamasa, paredes de adobón, techos de largueros de madera y tablas y pisos del mismo material, la cual contaba con dos pisos y con una clara influencia española en su arquitectura.
En esta casa hacienda vivían los dueños del fundo, la familia Ibáñez directos descendientes de españoles; ellos sembraban en estas tierras arroz, maíz y algunas hortalizas, también dedicaban algunas tierras al pastoreo pues criaban ganado vacuno, caprino y caballar.
La familia Ibáñez usaba como peones a hombres que en su mayoría eran traídos de las serranías cercanas bajo la modalidad de “contratas”; ellos que casi siempre venían solos, eran alojados en grandes casas de quincha divididos en pequeños cuartos de 3 por 4 metros alineados uno al costado del otro y separados por una pequeña quincha más baja que la altura de un hombre, formando dos filas uno al frente del otro, en estos cuartos se alojaban de 30 a 60 hombres, los cuales dormían en jergones, formados por cuatro troncos medianos de algarrobos enterrados en el suelo y terminados en horqueta, los cuales servían para encajar en ellas dos palos medianos que iban a servir para formar una especie de parilla rectangular unidas por gruesas cañas bravas, sobre ellas se ponían gruesas telas que servían de colchón; de sábanas y frazadas poco se sabe. En aquellos tiempos no se conocía la luz eléctrica, la radio, la televisión, el teléfono, el cine ni los periódicos; así que la gente dormía muy temprano.
Estos peones venidos de la serranía de Conchán, Llama, Catache, Tacabamba y Santa Cruz encargados de las faenas agrícolas, tenían un horario de trabajo que iba de 7 a.m. a 6 p.m. y en aquel tiempo ganaban un sol diario, los pagos eran semanales y se hacían los días miércoles.
Recordando a esta gente, a quien cariñosamente llamábamos paisanos, decía don Aniceto eran personas de piel blanca, ojos claros, cabellos lacios y castaños, nariz aguileña, características que les daba la sangre española que corría por sus venas; ellos vestían a la usanza de sus tierras con gruesos ponchos multicolores que les llegaban mas debajo de sus rodillas, camisa y pantalón de gruesa tela, sombrero alerudo de copa alta, tejido en junco, ancha y larga faja de grueso hilo alrededor de la cintura, pies calzados con ojotas hechas de cuero de res, algunos portaban largos machetes que colgaban de su cintura enfundados en cuero repujado, en sus noches de bohemia, ganados por el licor se les oía entonar sus tristes yaravíes.
De este grupo de peones, los conchanos ganados por la fe católica, un buen día se reunieron y acordaron tallar una cruz de algarrobo, bendecirlo y colocarlo en la parte más alta del cerro, empezaron la obra buscando la rama más apropiada, tallándola después a punto de machete; terminada la cruz la vistieron con papeles de colores, le hicieron un santo rosario y la bendijeron el día 3 de mayo de 1924, un grupo de fieles la subió a la parte mas alta del cerro; este fue un día de mucha alegría y lo celebraron con baile y bebiendo yonque, la orquesta estuvo compuesta por paisanos que tocaban tambores y flautas y las piezas más solicitadas fueron los huaynos, las parejas femeninas fueron las pocas mujeres que habían y que eran las esposas o hijas de quienes eran “vivientes natos”. En ese día los conchanos acordaron nombrar un mayordomo que tendría a cargo el próximo año organizar la bajada de la cruz, velarla en el caserío, pasearla en procesión, hacerle un santo rosario y volverla a su sitio en lo alto del cerro. Y concluía don Aniceto diciendo que el año siguiente 1925, llegaron las torrenciales lluvias que inundaron los campos de sembrío, desbordaron las acequias y echaron a perder las cosechas, arruinando a la familia Ibáñez, que agobiada por las deudas, vende el fundo 7 años después ¡ Como par acreer en cruces!

Colaboración: Santiago Delgado Fernández

Saltur PreInca

SALTUR PREINCA

Saltur, viejo centro poblado cuyos inicios van mas allá del año 1900, se ubica a una altitud de 76 m.s.n.m. y cuyas coordenadas son 6° 46’ 12” de latitud sur y 79° 57’ 10” de longitud oeste y a 22 km. de la ciudad de Chiclayo, en la parte media del valle Chancay; el pueblo parece replegarse a las faldas de una colina de baja altura; en las laderas de su cerro se encuentran gran cantidad de vestigios arqueológicos que nos dan testimonio de asentamientos humanos anteriores a los Incas. De los restos arqueológicos encontrados, se deduce que estos primeros pobladores habitaban la parte media y alta de los cerros. En sus primeros periodos estos hombres posiblemente vivían de la caza, abundante en la parte baja que estaba ocupada por densos y frondosos bosques de algarrobo donde se encontraría la pava aliblanca, el tigrillo, la taruca, el oso anteojero y otra fauna menor compuesta mayormente por aves. La disputa por estos cotos de caza generaría enfrentamientos sangrientos con otros grupos y ante la necesidad de protegerse pasaron a ocupar la parte alta de lo cerros donde edificarían fortificaciones cuyos resto hoy encontramos. Su dieta alimenticia sería enriquecida por peces de lo ríos y mares, además de moluscos y bivalvos, como caracol, choros, conchas y mamíferos marinos que cazarían a orillas de los mares, lo que adquiere certeza al observar la gran cantidad de restos de estos animales en las laderas y partes altas del cerro; conocían el fuego y sabían producirlo, conocieron la arquitectura y elaboraron una cerámica muy rústica. Posiblemente algunos poblados construidos con elementos vegetales, se ubicarían en las partes bajas, de ellos no quedan rastros debido al paso del tiempo y el material muy perecible con que se construyó.
Después de cientos de años estos hombres domesticarían algunas plantas y animales, apareciendo la agricultura y la crianza de pequeños roedores como el cuy; se descarta la presencia de llamas y alpacas en estas zonas y por aquellos tiempos, debido a la gran diferencia de ecosistemas en que viven estos animales.
Años después posiblemente 1000 años a.c. estos grupos humanos serían conquistados por el imperio del gran Chimú que ocupó toda esta franja costeña, ellos encontrarían aquí pueblos que ya dominaban la metalurgia y trabajaban el oro, el cobre y por aleación elaboraban el cobre, gobernados por sacerdotes o Chamanes estos grupos presentaban una sólida estructura social y cada señorío contaría con 2000 a 4000 habitantes que vivían de la crianza y de la horticultura. Habiendo construidos complejos canales de irrigación que les permitía aprovechar las aguas del río hoy llamado Chancay.
Años después en el año 1400 los Mochícas son a su vez conquistados por los incas y estas tierras y su gente pasaría a formar parte del Tahuantinsuyo, último horizonte cultural de nuestra historia.
Colaboración: César Ordinola Ramírez

Revista Cultural Nº 01 Julio del 2008

CREACIÓN DEL CENTRO POBLADO
SALTUR
DISTRITO DE ZAÑA – PROVINCIA DE CHICLAYO
REGIÒN LAMBAYEQUE

Con acuerdo municipal Nº 044/95-MPCH/A de fecha 14 de julio de 1995, fue creada la Municipalidad del Centro Poblado Saltur por parte de la Municipalidad Provincial de Chiclayo al amparo de lo que señala la ley Nº 23853, Ley Orgánica de Municipalidades.
Mediante acuerdo Municipal, la Municipalidad Provincial de Chiclayo nombra a las autoridades edilicias.

Alcaldes que han dirigido la Municipalidad de Saltur:

1º Sr. Jesús Ortiz Correa Periodo 1995 – 2001
2º Sra. Esther Espinoza de Vílchez Periodo 2001 – continúa

PRESENTACIÓN
“No son las malas hierbas
las que ahogan la buena semilla,
si no la negligencia del campesino”

Sin duda alguna, la lectura es uno de los elementos más importantes para el desarrollo personal y social. El intercambio de información es siempre una fuente de enriquecimiento e inspiración, aún cuando no lleguemos a compartir los mismos puntos de vista.
Si una revista cumple este cometido y merece la preferencia de sus lectores, pasa a convertirse en un ambicioso proyecto que anima a sus editores continuar la tarea; tarea que deseamos para nuestra publicación con el objetivo de convertirla en un instrumento que nos sirva para indagar sobre el pasado de nuestra comunidad, para conocer y valorar el legado cultural que hemos heredado; para conocer sus tradiciones, sus antiguos usos y costumbres, hechos acaecidos y de este modo contribuir a la búsqueda de nuestra identidad; una exigencia, que hoy más que nunca es ineludible. Que sirva como instrumento para forjar un sentimiento de solidaridad y respeto que nos permita convivir armoniosamente, en una comunidad fraterna, reflexiva y culta y donde prime una actitud de diálogo.

Por lo mencionado, esperamos que en el futuro nuestra revista, sea tribuna para debatir alturadamente los problemas que hoy aquejan a nuestra comunidad y espacio en el cual profesores, alumnos y conciudadanos aporten temas referentes al contexto local.

Saludamos emocionados, la decidida participación de nuestros entusiastas auspiciadores, quienes comparten nuestra visión, así como también a nuestros colaboradores a quienes les pedimos disculpas si algunos de sus artículos no se publican en la presente edición por falta de espacio.

Así mismo, muy humildemente solicitamos la comprensión de nuestros lectores por si hubiere algunos errores, debiendo entenderse que esta es nuestra primera revista; en este sentido las palabras de José Marti son aleccionadoras:”Caminante, no hay camino, camino se hace al andar”
Los editores
Lic.Educ. Cesar A.Ordinola Ramirez
Lic. Educ. M.Elmer Fernàndez Gastelo
Docentes de la I.E. Antonio Raimondi - Saltur